domingo, 19 de febrero de 2012

Extracto de un comentario sobre: “El niño y el saber"* de Jacques Alain Miller.

Shula Eldar  
Se habla mucho de derechos. También de los del niño.
Pero, lo que no se quiere ver es cómo se tiende a despojarlo de ellos.
Siempre por  su bien, claro, por su integración, por su adaptación, por su salud mental.

En el año 1988 J.A. Miller dio una conferencia en Sevilla que tituló: “Salud mental y orden público”. Al articular estas dos cuestiones mostraba la cercanía entre la salud mental y la coerción ya que el objetivo común a ambas es reintegrar al sujeto a la sociedad, como un “normal tipo” por lo general, aún a costa de sustraerle su derecho a responder como sujeto.
Es decir, borrándolo.


Es, precisamente, la capacidad de respuesta lo que nos permite vincular el sujeto y el derecho. La responsabilidad es un concepto vinculado a la ética por la vía del derecho como también lo es el concepto de respeto.
El término aparece en el texto que comentamos.

Así que tratar al sujeto por el lado del “orden público”, de la “salud mental” tomada en este sentido, es deslizarse hacia formas de imposición que terminan por desplazarse hacia algún tipo de totalitarismo.

El psicoanálisis se dirige a los sujetos de derecho como tales, incluidos los niños. Respetar las respuestas del sujeto es respetar lo que el sujeto dice y también respetar su saber para responder a lo que dice.

¿Si el saber del niño no se respeta cómo esperar que aprenda?  

Al articular al niño con el saber J.A. Miller sitúa a éste como “la víctima designada del saber debido a que en su relación con la enseñanza se convierte en objeto de la educación; sin libertad, dominado por el discurso del Amo a través de los pedagogos que a su vez responden a un Amo que detenta el poder e intimida para que se le obedezca.

Es este el terreno en el cual se libra el combate por el poder sobre el niño hoy, el terreno de una política sin respeto.


*-     Jacques Alain Miller. El niño y el saber. Conclusión de la primera Jornada de estudio del Instituto del Niño. 19 de marzo de 2011

                                           
                                                                                                                                                                                


1 comentario:

  1. Creo que la responsabilidad está vinculada al derecho por vía de la ética. El ser humano es un "animal ético" sencillamente porque sus respuestas no están predeterminadas y no son unívocas; teniendo en cuenta esta condición, aunque en su realidad material esté regido por leyes generales y universales, no está regido por ellas en su ser más diferencial y íntimo. La diversidad en su posibilidad de respuesta nos lo define, a lo sumo, como un animal de deberes (esas máximas subjetivas que eleva el propio sujeto a la categoría de ley -moral- universal y a las cuales supedita su acción).Paradójicamente, el deber, que, aparentemente, constriñe la acción, es posible por la posibilidad de la multiplicidad de respuesta intra y interindividual.Una piedra no tiene deberes, tiene leyes.También de manera paradójica la constricción de la acción por el deber (y después por la ley convencional) (primero moral y después legal, desde un punto de vista lógico) posibilita la convivencia humana, regulando así las pulsiones agresivas que amenazan el grupo y la colectividad.
    La imposición de un "deber ser" único y uniformador desde fuera del sujeto viola la esencia del ser humano como "animal ético" (entendido como animal de múltiples respuestas) pero sirve a los intereses del que ejerce el poder.Homogeneizar signigica supeditar la individualidad a la generalidad. Lo general es predecible; lo individual, no. Lo general es controlable; lo individual, no. Las leyes físicas son generales, predecibles y, por tanto, controlables. La masa con es estas características también. El control del que ejerce el poder es la expresión "políticamente correcta "de la satisfacción de la pulsión agresiva dirigida al máximo número de sujetos. El control requiere homogeneización y ésta, obediencia; pero para que dicha obediencia pueda ser soportable por el individuo es necesaria la alienación del sujeto.
    Así nos convertimos en sujetos alienados que "aceptamos" (via alienación) la sumisión a un poder que nos destruye como seres individuales pero que satisface plenamente los fines de la gran maquinaria del poder. Así se consuma y se construye la gran agresión consentida.

    (Creo que he he escrito mientras pensaba; seguramente tendré incoherencias y cabos sueltos; pero, bueno... me gusta escribir lo que pienso y escribiendo me suelto más que hablando).

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