jueves, 31 de enero de 2013

Deseo de niño

                                                                                                       Shula  Eldar                                                                       
La conquista de los derechos es una gran puerta que se reabre una y otra vez desde que ha comenzado el siglo. La lucha que se plantea en el ámbito público político, incluye también a la sexualidad. Grupos, agrupaciones o individuos, empujan con sus reivindicaciones. Así, los discursos en el poder llegan a tocar sus límites en el reparto la distribución, la retribución de los bienes. (1)

  La lista de “asuntos” es larga y abierta.

Entre ellos se cuenta también, como un derecho más, el deseo de niño.

La cuestión del deseo de niño trasciende lo que sería una mera inclusión en el orden de la ley o en el marco de una regulación igualitaria del usufructo de ciertos bienes. Lo que el jurista y el político desconocen es que “en el fondo, el derecho habla del goce”. (2) Los intercambios entre los individuos y los agentes de la ciencia, por ejemplo en el caso de la reproducción asistida, o los vericuetos de la burocracia, como en el caso de las adopciones revelan efectos que se presentan en un orden superyoico en el cual el objeto es el soberano bien.

Sólo que, con el deseo de niño, se abre una dimensión de futuro que no se puede predecir. Un vacío de saber. Incertidumbre, imprevisión, miedo o esperanzas y, otro efecto, es que lo imaginario pulula a su alrededor generando sueños y pesadillas.

Pero, lo que verdaderamente inquieta en todo esto es lo real del niño que existe y que trasciende el valor que pueda tener como objeto de deseo.

¿Cómo ser lúcido ante ese real? ¿Y cómo debemos situarnos como psicoanalistas ante lo que va a apareciendo de ello, tanto en la escena pública como en la práctica?

El discurso común plantea las cosas como si se tratara “de instaurar un orden del Otro gracias al cual lo real adquiera el estatuto de mundo…”. Es decir, un esfuerzo en cerrar la brecha entre poder y saber. (3)

La lucha por los derechos introduce el deseo de niño como un sueño para muchos sujetos. Este sueño es ya una interpretación de la cultura.

Lo que la práctica nos proporciona es la oportunidad de sustituir esta interpretación salvaje por una interpretación razonada, como señalaba Lacan (4) a condición de mantenernos en la brecha y no hacer del psicoanálisis una psicoterapia más.



Referencias:

1- Jacques Lacan. Seminario 20. Aún. Paidós. 1981. P. 11.

2- Ibid. P. 10.

3- Jacques Lacan. Seminario 16. De otro al Otro. Paidós. 2008. P. 270.

4- Op. cit. P. 180.









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