Dolors Viqué
El Departament d'Ensenyament
“propone” una formación para EAPs y CREDAs sobre trastornos del aprendizaje. La
formación se presenta en un formato de tres días: mañana y tarde.
La primera ponente, situada en el
discurso médico, presenta una serie de sintomatologías que, obviamente, ya
conocemos los profesionales que acudimos a esta formación.
La primera cuestión que se nos
presenta es la del abordaje de los trastornos del aprendizaje desde las
neurociencias y cómo articular esto con el discurso educativo y
psicopedagógico, que es desde donde los profesionales asistentes estamos
trabajando.
De alguna manera este discurso,
el médico, condiciona e incomoda, ¿por qué no decirlo?, profundamente a muchos
profesionales asistentes. Quizás por el desconocimiento que en no pocas
ocasiones se desprende de los contenidos que se están impartiendo respecto a
las tareas que llevamos a cabo los psicopedagogos en las escuelas e institutos.
El choque es mayor aun dado que
las primeras ponentes ejercen sus funciones en uno de los hospitales con más
prestigio de Catalunya en la atención a niños y adolescentes. Se nos habla a
partir de una plataforma de prestigio y también se nos plantea como el lugar de
la “verdad” de la evidencia científica; evidencia que según ellas está
fundamentada en numerosos estudios neurocientíficos, -curiosamente todos en
lengua inglesa-, que nos hacen aparecer uno tras otro en presentación power
point, al modo de “ver para creer” y creando justamente lo contrario: por
mucho que se mirase, no, no se veía ni se entendía nada.
El efecto en muchos de nosotros
era aplastante y no dejaba mucho margen al diálogo, ya que, “pobres
psicopedagogos ¿qué sabremos nosotros sobre las neurociencias y la medicina y
la genética y la interpretación de tantas y tantas pruebas como: tomografías,
resonancias magnéticas, pruebas genéticas y un largo etc. sin fin?”.
Eso sí, nos piden fe, fe en las
neurociencias, en los tratamientos farmacológicos que, “como en la gripe”, ya
se sabe, hay que tratar los síntomas. Pero ¿y las causas? Eso no es cosa
nuestra, es cosa de los médicos.1
Nosotros habremos de trabajar
desde la psicopedagogía y los maestros desde la pedagogía para completar estos
tratamientos farmacológicos de los que apenas se habló, ni tampoco de los
efectos secundarios (alucinaciones, alteraciones del sueño, apetito, dolores
abdominales...) que padecen los niños que se someten a estos tratamientos, y a
los que se confrontan muy a menudo las familias, los profesionales de la
educación y sobretodo los grandes protagonistas, y a la vez los grandes
olvidados de esta formación: los propios niños y adolescentes.
Curiosamente, a pesar de situar
el problema en el mal funcionamiento del cerebro (lóbulo frontal, funciones
ejecutivas), los documentos que se nos presenta solo desarrollan aspectos de
intervención psicopedagógica y pedagógica. Se evidencia una omisión sospechosa
acerca de los productos farmacológicos para un público enmudecido ante
tanta evidencia científica.
Ciertamente, salimos de allí con
la idea (¿a modo de viejo eslogan marxista?) “todo para el niño pero sin el
niño”. Casi nos podríamos atrever a añadir también: sin las familias y sin los
maestros. Ya dijimos antes dónde está el saber.
Tanto es así, que nos encontramos
ante educandos que se convierten a través de la mirada neurocientífica en
pacientes, enfermos que no saben leer ni escribir y que presentan
comportamientos di-sociales, impulsividad, falta de auto-control, dificultades
en las funciones ejecutivas, que son situadas en el lóbulo frontal. Asimismo,
en algunas respuestas de las formadoras se plantean afirmaciones como las
siguientes:
● “Las emociones son muy difíciles de diagnosticar”. Como se ve, el
sujeto deja de serlo para
convertirse en paciente-objeto sobre el que se interviene a todos los niveles. En definitiva, se efectúa
un borramiento del sujeto como
ser con entidad propia.
Otra de las cuestiones que
aparecen en la documentación que se nos entrega es la siguiente:
● “Los factores que determinan el éxito
académico: esfuerzo personal, capacidad intelectual, soporte familiar, nivel sociocultural y familiar”. En
ningún caso se habla de los intereses de los niños, de sus motivaciones o simplemente de qué quieren o qué
piensan.
● “Objetivos de la intervención: conseguir,
como mínimo, el graduado en Eso”. Para ello nos dan lecciones de cómo hacer
detección a través de la intervención,
flexibilidad en las adaptaciones, ya sean específicas, ya sean de
procedimientos.
En definitiva, se crea una
alarma social a través de las conclusiones:
● trastornos muy frecuentes
● imprescindible la detección e intervención
precoz
● tiene que haber protocolos claros que se
apliquen a todos los niños afectados
● sin una atención adecuada el riesgo de fracaso
escolar es muy alto, especialmente en los grupos más desfavorecidos.
Por lo tanto, ante tamaña
situación, sólo cabe la medicación de un lado y, por otro, un entrenamiento de
todos, todos hemos de entrenarnos: niños, familias, maestros, psicopedagogos,
resumiendo, todos los que no sabemos nada de neurociencias. De todos modos, no
hay que preocuparse, porque los que sí saben nos entrenarán o definirán quiénes
lo harán (como veremos más adelante) y con qué protocolos lo harán.
Una de las propuestas exitosas
que se nos anuncia es la de un proyecto denominado “El educador itinerante”.
¿Tendrá dicha itinerancia alguna cosa que ver con la itinerancia de los equipos
que recibimos la formación? o ¿quizás sea una coincidencia?
Veamos qué es el proyecto “El
Educador Itinerante”.
Se trata de un “Soporte y
Orientación al maestro de Educación Infantil y Primaria para el manejo de niños
con TDAH o con comportamiento difícil en el aula”
La justificación de
proyecto se basa en la detección de:
1. Niños afectados de:
● Problemas, TDAH +- trastornos asociados
● Dificultades en el Sistema Inhibitorio
● Riesgo de expulsión o de rechazo social
2. Maestros y profesores:
● Desgaste, desmoralización
● Necesidad de información
● Necesidad de estrategias “in situ”
3. Alumnos y compañeros:
● Distorsión en el aprendizaje
● Necesidad de un entorno favorable; límites
● Posibilidad de modelar conductas adecuadas
Se nos explica que se trata de
un servicio gratuito a las escuelas y que necesita de subvención económica
para su ejecución. Ante la pregunta se responde que la subvención proviene de
fundaciones. En ningún momento se explicita qué fundaciones.
Tiene convenio de
colaboración con la Facultad
de Psicología de la U.B. La Universidad de Barcelona asigna estudiantes de último curso de
psicología que participarán en el proyecto como “Educadores
Itinerantes”.
Se inicia un proceso de
formación exhaustiva con los estudiantes participantes sobre:TDAH y problemas
asociados,estrategias y técnicas conductuales, estrategias cognitivas y la
realidad de las aulas en el S. XXI.
El proyecto desarrolla varias
fases a lo largo de un curso escolar en las que se toma contacto con los
centros escolares, se asignan educadores itinerantes quienes llevarán a cabo su
intervención en las aulas.
La intervención será del orden
de:
Observación de la dinámica y
funcionamiento de las distintas aulas (de 4 a 6 horas semanales),
Devolución de las
observaciones a coordinadoras quienes finalmente harán la propuesta de
intervención directa en las aulas.
Dentro de las aulas el
educador-Itinerante lleva a cabo un Programa de
Modificación de Conducta para
que el niño/a:
• Adquiera los hábitos propios
de la edad (ponerse la bata y colgar la cartera, sacar el material...).
• Responda a las instrucciones
del maestro/a en el momento en que se le pide (esté atento durante la
instrucción, la cumpla sin entretenerse...).
• Disminuya el número de
interrupciones verbales durante las explicaciones del maestro/a
(interrumpir las
explicaciones, hablar con el compañero...).
• Inicie, realice y finalice
las actividades propuestas.
• Mantenga una buena postura
durante las clases (sentado en la silla correctamente, sin levantarse,
balancearse o caerse).
• Estar atento durante las
explicaciones (mirando al maestro/a, participando cuando se le pide...).
• Planifique y organice la
tarea y el material (ayudarlo en el uso de la agenda, orden de la carpeta,
pulcritud en las tareas...)
Los programas que se plantean
pueden ser tanto individuales como grupales.
Paralelamente a la
intervención del Educador-Itinerante dentro de las aulas, éste también puede
intervenir en el marco escolar más general llevando a cabo distintas
acciones:
• Asesorar a los
diferentes educadores que interactúan con el niño sobre las
dificultades que presenta y
como trabajarlas.
• Ayudar a modificar las
conductas que no se dan en el aula (conflictos con los compañeros
durante los momentos de transición, patios, cambios de aula...).
• Colaborar en la
elaboración y ejecución de adaptaciones concretas (en lo que refiere
a aprendizajes y conducta).
• Participar en reuniones o
entrevistas (siempre bajo previo acuerdo con el
responsable psicológico o
psicopedagógico del centro).2
Como vemos, el entrenamiento es
intensivo, la modificación de conducta se impone en estos casos y es necesario
que estos educadores asesoren, ayuden y colaboren con los profesionales de la
educación que “supuestamente” ¿no pueden, no saben o no están entrenados para
educar?
Dichos estudiantes de último
curso de psicología, “bautizados” como educadores itinerantes, nos dirán qué
hay que hacer y lo que hay que hacer. Es lo que acabamos de ver más arriba.
Llegados a este punto, como
profesionales de la educación se nos imponen algunas preguntas, y también se
imponen algunas respuestas desde la posición ética que corresponde a nuestra
tarea, cada cual en la suya: docentes, psicopedagogos, logopedas, pedagogos,
psicólogos, autoridades educativas … y también añadiríamos, familias.
¿Dónde está la “palabra” del
niño y del adolescente?
¿Dónde están los sujetos
convertidos nuevamente en pacientes, en enfermos, en afectados, en definitiva
en “apestados” de la sociedad actual?
¿Volvemos a posicionar al niño en
el lugar de objeto y no de sujeto de la educación?
¿De qué educación están hablando?
Volvemos al control? Estamos olvidando el binomio: a mayor control, menos
educación y a mayor educación, menos control.
Hay que posicionarse, hoy más que
nunca, y decidir ¿de qué lado estamos?, ¿del lado del control o del lado de lo
educativo?, ¿del lado del autoritarismo o del lado de la autoridad?
Es urgente, nos jugamos mucho en
ello.
1. 1En la actualidad se desconocen las causas
directas e inmediatas del trastorno por déficit de atención con hiperactividad.
2.
"EXISTEN DIFERENTES TEORÍAS QUE INTENTAN EXPLICAR EL ORIGEN
DEL TRASTORNO. EXISTE UN
CONSENSO MAYORITARIO EN ACEPTAR QUE ES UN TRASTORNO DE ORIGEN NEUROBIOLÓGICO Y
MUY PROBABLEMENTE DE TRANSMISIÓN GENÉTICA." (web de la Fundación Adana )
La cursiva es cita de la web de la Fundación Adana
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