Dolors Tohà
Reflexiones en torno a las notas
extraídas de la última presentación en
el grupo de investigación. [1]
Anna Pagés nos
habló del funcionamiento de la vida actual universitaria: “artefactos Bolonia”,
alumnos infantilizados, burocracia…..
Lo que ella
denomina “artefactos Bolonia” son unos instrumentos burocráticos que vienen a
sustituir las antiguas programaciones, así como a alejar al profesor de la
práctica que lo ocupa, la transmisión.
Con esta lógica, se pretende desarrollar unas competencias determinadas en los
alumnos, que deberán evaluarse. Para que
la evaluación sea objetiva, debe referirse a “los productos” que realizan los
alumnos. Serán los indicadores que dan cuenta de si una competencia ha sido
adquirida.
Mencionó algo que
me llamó la atención: la tendencia actual a
“tener a los alumnos ocupados con actividades”, en detrimento de las
clases magistrales.
Los alumnos
empiezan la clase con las agendas preparadas para anotar cuándo “hay que librar
los productos” como si de una cadena de producción se tratara.
Desviar la
atención de los contenidos a trasmitir hacia el desarrollo de competencias en
los alumnos haría a éstos presentes.
Pero, ¿presentes
de qué manera?
Se dice que el
gran problema de la educación es que está demasiado alejada del mundo
laboral. ¿Alejada en qué sentido?
Ya se les entrena
desde educación infantil haciendo deberes para que “adquieran el hábito”. Deben
“prepararse” a lo que el mundo les requerirá, eso se piensa.
Tienen deberes de
un día para otro, para que se acostumbren a cumplir con la exigencia de la
inmediatez; a rellenar fichas, protocolos, formularios, al igual que sus
profesores. Aprenden a desvincularse de sus experiencias vitales a una
edad temprana.
Todo esto se hace bajo la vigilancia de unos
maestros reconvertidos en capataces, vigilantes, aún sin saberlo. Vigilancia
que opera desde el control.
Así, desde bien
pequeños, los alumnos adquieren las habilidades
y competencias necesarias para hacer frente al imperativo de la lógica del rendimiento. Se hace a los alumnos presentes,
protagonistas.
Pero, ¿protagonistas cómo?
Presencias
autómatas. Cualquier signo de vida psíquica hay que “tratarlo”. Se los hace
presentes como robots y ausentes en lo
particular de su humanidad.
“Este alumno nos
preocupa, no hace nada” me decía un profesor. Dije: “A mí me preocupan los que
funcionan bien”. A lo que él respondió: “Claro, esos son los dóciles y
obedientes”…
El que se “raya”, no entrega “la producción”, no rinde,
se convierte en “un problema a tratar”.
¿Está la
educación tan alejada del mundo laboral?
En mi práctica
diaria surge la pregunta que nos
formulamos en el Grupo de Investigación: “¿Cómo volver a infiltrar al sujeto en
las prácticas que lo implican? ¿Cómo permitirle reconquistar su lugar?”[2]
[1] Reunión del 16 de marzo de 2012. El avance de la ideología
de la evaluación afecta a todas las áreas en las que algo del saber puede
ponerse en juego. Es una apuesta fuerte y devastadora que pretende adiestrar al
hombre contemporáneo según sus criterios. En esta reunión abordaremos el problema desde lo que sucede en
el ámbito universitario. Contaremos con la participación de Anna Pagés, Doctora
en Ciencias de la Educación
por la Universidad
Autónoma de Barcelona (1), quien hablará de las consecuencias
que tiene la evaluación en el discurso universitario actual.
[2] Nota publicada el 8 de marzo en el blog: DEBATE HACIA EL FORUM 3 “LO
QUE LA EVALUACIÓN SILENCIA :
LA INFANCIA BAJO
CONTROL”
Dolors, sí, així em sento quan la meva feina de profe sembla un seguit de controls de qualitat: has fet el deures, una marca de +. No has fet els deures: un menys -. Aquest control que valora nomes la teva capacitat de vomitar quatre bestieses: tens TAL nota. Has fet el dossier: tal altra nota. has llegit un llibre que no t'interessa i que es massa dificil per tu? tal nota. No estas interessat en res: tal nota. I transmetre el coneixement sembla acabar tenint un valor infím en tota aquesta cadena d'anotacions sobre la qualitat del producte! Uf! Clara
ResponderEliminarEefctivamente, no es la cuestión del saber lo que está en juego. Se trata por sobre todo, del imperio de la cifra.
ResponderEliminarAgradecemos tu contribución.