Patricia Heffes
Cita de Lacan: “…la civilización no nos desembaraza de
ningún malestar, sino todo lo contrario…”[i]
La actualidad nos
hace evidente esta sentencia de Lacan, aunque no por eso, comprensible. La
relación entre civilización y malestar fue establecida por Freud en tiempos de guerras, allá por 1930. La frase de
Lacan es tomada de una alocución en relación con el saber, la ignorancia, la
verdad y el goce, en los años ’70. Tanto uno como otro, han puesto en el centro
del problema lo que es esencial al ser hablante: la articulación entre lenguaje
y cuerpo.
El lenguaje en
cuestión, dice Lacan, es “el lenguaje en el que se puede diferenciar, entre
otras cosas, del mensaje, el código. Sin esta distinción mínima, no hay lugar
para la palabra...…..la verdad.”[ii] Y el
cuerpo, en tanto es necesario para gozar. “… ¿por qué se goza si no es porque
se produce una tensión? Este es el principio mismo de todo lo que tiene el
nombre de goce.”[iii] El
goce porta un saber, digamos que el goce “sabe” cómo goza un cuerpo.
“La cosa tiene su importancia porque
justamente, a través del progreso de lo que llamamos la ciencia, estamos llevando muy lejos un montón de pequeños
asuntos….”[iv], decía Lacan en Sainte-Anne. ¡¿Ni qué decir hoy?!
¿Cuáles eran
aquellos pequeños asuntos? Los gametos, genes, meiosis; en fin, los asuntos que
intervienen en la reproducción sexuada. La reproducción, señalaba Lacan, no
tiene nada que ver con la relación sexual basada en el goce y de la que se abre
en el parlêtre un abanico inmenso de
variaciones. No creo necesario resaltar la pertinencia de estas consideraciones
en nuestro tiempo.
Sin duda, de lo que
se trata es de la sexualidad como eje de todo lo que le ocurre al ser hablante.
Sexualidad constituida como falta en saber en la tesis que sostiene Lacan sobre
el ser hablante.
Así planteadas las
cosas, vale preguntar: ¿cómo abordar el
malestar actual de la civilización si la palabra se vacía de verdad y el saber
sobre el goce es usurpado por la ciencia? ¿Cómo colocar al sujeto ante la
responsabilidad de su acto con este panorama?
Para comenzar,
parece indispensable comenzar por investigar la sexualidad en estos tiempos,
los tiempos de la evaluación.
Este apunte me ha hecho acordarme de algo que lei ayer casualmente. En la contraportada de La Vanguardia un psicólogo especialista en sexualidad y pareja (José Bustamante)reivindica la revolución sexual masculina: que los hombres puedan decir NO a las mujeres, ya que ahora ellas exigen tener sexo. Viene a aconsejar no caer en la trampa de la evaluación por la eficacia. A partir de la revolución sexual femenina las mujeres desean y piden sexo, los hombres descubren entonces... que no les apetece. El deseo se escabulle, como ya sabiamos, buscando lo que no se tiene.
ResponderEliminarSe ve muy bien en lo que recoges de este psicólogo la idea de revolución como algo circular, que plantea Lacan. A lo que él propone el término "subversión" para el psicoanálisis.
ResponderEliminarSe desprende del comentario y entiendo es lo que tú subrayas, que hay un cambio de hombre a mujer, pero el circuito es el mismo. De allí, tal revolución.
Intentaremos ver en el trabajo de este Curso, la subversión, que -después de todo- es efecto del discurso analítico.