jueves, 25 de abril de 2013

Ayunadores



Shula Eldar

“La política de la negación” es el título de un artículo que apareció en El País el 6 de abril. Jesús Ferrero, (poeta, escritor), escribe sobre un fenómeno contemporáneo que se extiende como una nueva tendencia cuyos seguidores se encuentran especialmente, ¡cómo no!, en Japón: el Imperio de los signos. 1

¿De qué se trata? Se trata de lo que Jesús Ferrero presenta como una forma de ascetismo, como “nuevas disciplinas de la privación”, un “misticismo de la privación”; opciones que van en la dirección de la apatía generalizada, incluida la negación del sexo, como respuesta al poder como “gran incitador.


La anorexia es una política de la negación….está bien dicho; una política de la pulsión de muerte. El super-yo en su cara y su cruz: respuesta de lo Simbólico en (a) -posición a la “incitación a consumir”.
El circo del ayuno responde al circo del consumo con una mostración equivalente y opuesta.

¿Pero se trata sólo la libertad de decir ¡NO!? ¿Del puro imperativo negativo? ¿O, hay en ello un tipo de resistencia que aspira, por medio de la negación, a un misticismo del deseo, a un deseo puro? 

Uno de los últimos cuentos de Kafka lleva como título: “Un artista del hambre”. Se publicó en 1924. En 2011 se editó2  junto con un comentario que Walter Benjamin envía en una carta a su amigo, el cabalista, Gershom Scholem.

El relato gira alrededor de una figura que, Kafka se lamenta, tiende a desaparecer: el ayunador del circo. Este personaje de feria, exhibido en una jaula, con un reloj como único mobiliario, era “un enamorado del hambre”. 3 El ayuno era lo que le daba sentido y así mostraba su delgadez ante un público que no creía en lo fácil que le resultaba ayunar. Los períodos de ayuno eran regulados por el empresario que cuidaba que no sobrepasaran los cuarenta días. Hasta que “un buen día el artista del hambre se vio abandonado por la multitud ansiosa de diversiones que dio preferencia a otro tipo de espectáculos…”.4  

Así que el ayunador se pasó a un gran circo... con su plantel infinito de hombres que buscaban otras diversiones. Ya no era espectáculo su arte y entonces se fue consumiendo hasta hacerse una nada y desaparecer bajo el montón de paja podrida que cubría el suelo de su jaula.

“- Toda mi vida deseé que admirarais mi resistencia al hambre, - dijo el artista del hambre.
-         Y la admiramos - repuso el inspector.
-         Pero no tendríais porqué hacerlo – dijo el ayunador.
-         Bien, de acuerdo, no la admiraremos – dijo el inspector; pero,
        ¿por qué no hemos de hacerlo?
-         Porque me es imprescindible ayunar, no puedo evitarlo – dijo el ayunador.
-         Eso es evidente, dijo el inspector -, ¿pero porque no puede evitarlo?
-         - Porque – dijo el artista del hambre alzando un tanto la cabeza y hablando en la misma oreja del inspector para que no dejaran de oírse sus palabras, con los labios alargados como si fuera a dar un beso-, porque nunca encontré un alimento que me gustara. 5

“…el mundo de Kafka es el exacto complemento de su época que se dispone a abolir en una medida considerable a los habitantes de este planeta. La experiencia, que corresponde a la de Kafka como hombre privado, debieran adquirirla las grandes masas como las de su propia abolición.”, sentenciaba W. Benjamin.6

Referencias

1 – Jacques Lacan. Advertencia al lector japonés. En: Otros Escritos. Paidós. 2012. P. 523.
2 – Franz Kafka. Un artista del hambre. Casimiro libros. 2011.
3 – Op. cit. P. 16.
4 – Op. cit. P. 16.
5 -  Op. cit. P 21-22.
6 – Op. cit. P 57.




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