Shula
Eldar
“La política de la negación” es el título de un artículo
que apareció en El País el 6 de abril. Jesús Ferrero, (poeta, escritor),
escribe sobre un fenómeno contemporáneo que se extiende como una nueva
tendencia cuyos seguidores se encuentran especialmente, ¡cómo no!, en Japón: el
Imperio de los signos. 1
¿De qué se trata? Se trata de lo que Jesús Ferrero
presenta como una forma de ascetismo, como “nuevas disciplinas de la
privación”, un “misticismo de la privación”; opciones que van en la dirección
de la apatía generalizada, incluida la negación del sexo, como respuesta al
poder como “gran incitador.
La anorexia es una política de la negación….está bien
dicho; una política de la pulsión de muerte. El super-yo en su cara y su cruz:
respuesta de lo Simbólico en (a) -posición a la “incitación a consumir”.
El circo del ayuno responde al circo del consumo con una
mostración equivalente y opuesta.
¿Pero se trata sólo la libertad de decir ¡NO!? ¿Del puro
imperativo negativo? ¿O, hay en ello un tipo de resistencia que aspira, por
medio de la negación, a un misticismo del deseo, a un deseo puro?
Uno de los últimos cuentos de Kafka lleva como título:
“Un artista del hambre”. Se publicó en 1924. En 2011 se editó2 junto con un comentario que Walter Benjamin
envía en una carta a su amigo, el cabalista, Gershom Scholem.
El relato gira alrededor de una figura que, Kafka se
lamenta, tiende a desaparecer: el ayunador del circo. Este personaje de feria,
exhibido en una jaula, con un reloj como único mobiliario, era “un enamorado
del hambre”. 3 El ayuno era lo que le daba sentido y así mostraba su
delgadez ante un público que no creía en lo fácil que le resultaba ayunar. Los
períodos de ayuno eran regulados por el empresario que cuidaba que no sobrepasaran
los cuarenta días. Hasta que “un buen día el artista del hambre se vio
abandonado por la multitud ansiosa de diversiones que dio preferencia a otro
tipo de espectáculos…”.4
Así que el ayunador se pasó a un gran circo... con su
plantel infinito de hombres que buscaban otras diversiones. Ya no era
espectáculo su arte y entonces se fue consumiendo hasta hacerse una nada y
desaparecer bajo el montón de paja podrida que cubría el suelo de su jaula.
“- Toda mi vida deseé que admirarais mi resistencia al
hambre, - dijo el artista del hambre.
-
Y la admiramos - repuso el inspector.
-
Pero no tendríais porqué hacerlo – dijo el ayunador.
-
Bien, de acuerdo, no la admiraremos – dijo el inspector;
pero,
¿por qué no
hemos de hacerlo?
-
Porque me es imprescindible ayunar, no puedo evitarlo –
dijo el ayunador.
-
Eso es evidente, dijo el inspector -, ¿pero porque no
puede evitarlo?
-
- Porque – dijo el artista del hambre alzando un tanto la
cabeza y hablando en la misma oreja del inspector para que no dejaran de oírse
sus palabras, con los labios alargados como si fuera a dar un beso-, porque
nunca encontré un alimento que me gustara. 5
“…el mundo de Kafka es el exacto complemento de su época
que se dispone a abolir en una medida considerable a los habitantes de este
planeta. La experiencia, que corresponde a la de Kafka como hombre privado,
debieran adquirirla las grandes masas como las de su propia abolición.”,
sentenciaba W. Benjamin.6
Referencias
1 – Jacques Lacan. Advertencia al lector japonés. En:
Otros Escritos. Paidós. 2012. P. 523.
2 – Franz Kafka. Un artista del hambre. Casimiro libros.
2011.
3 – Op. cit. P. 16.
4 – Op. cit. P. 16.
5 - Op. cit.
P 21-22.
6 – Op. cit. P 57.
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