Patricia Heffes
Nada más contemplar nuestro mundo, la violencia y la
destrucción, de manera sutil o flagrante, destacan sin ambigüedad.
El malestar contemporáneo se alimenta, entre otras cosas, de fenómenos
en soporte tecnológico que dan a ver la manera en que Tánatos opera hoy.
En la mitología griega -sin lugar a dudas una pantalla de
la antigüedad-, Tánatos era la
personificación de la muerte sin violencia. Una criatura oscura y escalofriante
que vivía a la sombra de Hades, el
señor de los muertos. Freud supo recoger este personaje mitológico para
intentar explicar la resistencia fundamental del hombre y de la civilización.
En psicoanálisis, Tánatos, es el
nombre de un residuo molesto que no
se puede eliminar; altera, irrita, empuja, siempre en sentido contrario a Eros.
Eros, en
cambio, es pacificante, sirve para la cohesión. Pero, no hay Eros sin Tánatos. No existe civilización que no esté fundada en Eros y Tánatos y a la que se pueda aplicar la fórmula ‘Tánatos incluido en Eros’ como otra manera de nombrar el malestar en la cultura del que
habla Freud. Tánatos, permitió a
Freud orientarse en la búsqueda de lo que resiste a la fuerza de Eros y lo
llamó pulsión de muerte, para indicar que siempre hay algo que impide el
bienestar.
Tomando una definición propuesta por J.-A. Miller,
abordaremos la agresividad como expresión de la pulsión de muerte en las
relaciones sociales.[i]
Los soportes tecnológicos nos proveen permanentemente, sin
interrupción, de variadas ventanas que podemos abrir cuando lo deseemos. A
través de esas ventanas podemos ver, entre diferentes menús, los efectos
tanáticos en la sociedad.
En 2012 se estrenó Black
Mirror, una serie británica creada por Charlie Brooker. “Cada episodio
tiene un tono diferente, un entorno diferente, incluso una realidad diferente,
pero todos son acerca de la forma en que vivimos ahora – y la forma en que
podríamos estar viviendo en 10 minutos si somos torpes.” [ii] Sin rodeos, el creador
apunta a la amenaza que pende sobre la realidad.
“Espejo negro” es el sintagma que eligió Brooker para
nombrar las pantallas con las que tenemos que vernos cada día. Sugerente imagen
para abordar la subjetividad de nuestra época.
Cada episodio deja ver el circuito que recorre la pulsión
y la forma que adquiere la agresividad. El episodio 2 de la primera temporada: “15 millones de méritos”, es un relato
en imágenes y palabras sobre una realidad futura. Todos los ciudadanos, excepto
una elite muy discreta, viven en celdas cuyas paredes son pantallas, deben
montar cada día en bicicletas estáticas con el fin de obtener la energía
necesaria para hacer funcionar el
entorno y a la vez generar las divisas que cada uno necesita para la
supervivencia, divisas que llaman “méritos”. La historia se centra en el
personaje de Bing, un joven negro que
hace correctamente su trabajo y se aviene cada día a las rutinas de una
vida virtual. Cuenta con 15 millones de méritos debido a que su hermano ha
muerto y lo heredó; y también por su trabajo. El relato es sórdido y gris hasta
que cambia por un encuentro amoroso. Bing decide entregar todos sus méritos a
Abi para que participe en un concurso que si gana, le daría acceso a lo que
está por fuera de las celdas. “Quiero que algo real suceda” dice Bing a Abi
como fundamentación de su acto.
El plan fracasa cuando el jurado del concurso, haciendo
gala de su poder, presiona a la chica para que se incorpore al programa
pornográfico. Ya no hay homeostasis posible, se presentifica el residuo
ingobernable que irrita y altera, y la agresividad domina la escena. En este
giro de la trama, podemos ver al sujeto rivalizando consigo mismo y a la
agresividad cumpliendo su papel tanto en la neurosis como en el malestar de la
civilización.
En la difusión de esta reunión nos preguntábamos: ¿Qué sucede con los sujetos que organizan su vida
en torno a las pantallas? ¿Cuáles son, entonces, los efectos y consecuencias de
este nuevo reino en el que todo es semblante? “15 millones de méritos”
es uno de los productos que sirven de soporte para plantear estas preguntas e
intentar responderlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
.