Patricia Heffes
La maldad es el núcleo más profundo del
hombre. Esta es la conclusión de Freud cuando estudia el malestar de la
civilización. Conclusión que obtiene cuando se encuentra con la paradoja que
consiste en que el hombre dice siempre buscar la felicidad pero se ve empujado
a la destrucción.
Una novela de casi mil páginas nos sirve
de argumento para desarrollar la tan compleja cuestión del mal. “Blonde”[i],
de Joyce Carol Oates, es una novela sobre la vida de Marilyn Monroe, que nos
introduce en un mundo fantasmático, que impacta por lo que tiene de onírico
dando a ver lo más real de la pulsión. Esta escritora neoyorquina, nacida
durante los albores de la Segunda Guerra, escribe esta “ ’vida’ radicalmente
destilada en forma de ficción”[ii].
Entre biografías, relatos propios del
personaje y construcciones literarias, abre las puertas a un escenario en el
cual no es fácil saber qué hay del resto diurno, de lo inconsciente, de lo
imaginario.
Podríamos establecer un paralelo entre este
trabajo de escritura y el trabajo de un psicoanálisis, que podríamos enunciar
diciendo que en un análisis se trata también de “destilar” las huellas que
construyeron la ficción de la novela que se cuenta un sujeto para sí mismo y
para el Otro.
Una “verdadera madre”, un “padre grandioso prometido”, un “príncipe
encantado” y una “amiga mágica del espejo”; constituyen los vértices del marco
de la ventana a través de la cual surge el motor de esta narración, a saber, la
pulsión de muerte, que se revela como agresividad en el campo de las relaciones
sociales.
Las pantallas son múltiples. La novela
misma es una pantalla para el lector a través de la cual puede mirar a los
personajes y los acontecimientos, así como también sus fantasías , deseos y
temores. El fantasma del sujeto (lector) que se adentra en el texto cuenta como
pantalla; la pantalla cinematográfica que está presente durante toda la
extensión del libro, y muy especialmente, el fantasma de la protagonista que se
representa casi a cada paso de la historia.
El
libro se abre y cierra formando un círculo, juntando dos ideas e imágenes en
las que están presentes la muerte, la realidad y el sueño. Norma Jeane Baker,
nombre real de Marilyn Monroe, buscaba la felicidad tanto como se iba
expandiendo su goce. Nada parecía tener freno. Todo se inundaba de agresividad
y de muerte hasta que un acontecimiento fatal detenía por un instante ese movimiento continuo y
otra vez, el desenfreno.
“La felicidad era tan punzante como
cristales rotos en la boca de Norma Jeane”[iii]
Frase tan contundente como paradojal en la que se expresa con arte la relación
entre la felicidad y el sufrimiento. ¿Qué ha pasado en la vida de Norma Jeane?
Algo ha fallado, la Ley no se ha instituido, no se ha puesto en juego el drama
primordial, aquel del que habla Freud en su Tótem
y Tabú[iv].
En el comienzo de este curso
dijimos que la mitología griega es la
pantalla de la antigüedad y este mito que Freud analiza en Tótem y Tabú lo es de la modernidad de su época.
¿Qué ha fallado? “…ese hombre es tu
padre. (…)No era un hombre. Era el retrato de un hombre (…) Y hasta aquel día
no supe que tenía un padre (…) Siempre había pensado que su ausencia tenía que
ver conmigo (…) jamás en esta vida vería su verdadera cara (…) Su nombre es
precioso e importante, pero no puedo pronunciarlo.”[v] Un padre adorado cuyo nombre es
impronunciable se parece más a dios que al padre asesinado. La novela enseña
esa falla y deja ver la pulsión desnuda.
Otra frase muestra la orientación del
sujeto hacia el destino final. “Se juega hasta que no haya nada que perder”[vi].
Un sujeto empujado a gozar, sin interdicción. Una oscura satisfacción mueve a
Norma Jeane -un sujeto mal sujetado-, a la satisfacción que va más allá del
principio del placer, al goce. Esa oscura satisfacción es un nombre del mal.
El hombre posee una tendencia originaria
a la maldad, a la agresión, a la destrucción y a la crueldad. Freud pudo verlo
y Oates lo escribe: “(pensamientos…) Los sentía
crujir sin romperse. De la angustia de pensar y culparse continuamente
había nacido el antídoto para la angustia, que no era otro que la
desintegración, la locura, la expresión aniquilada de Gladys M.; y Norma lo
sabía y al mismo tiempo no lo quería saber, tal era el mensaje secreto de su
vida.”[vii]
El malestar en la cultura de Freud trata
sobre el problema del mal y Lacan lo
retoma en La Ética cuando habla sobre el mandamiento que dice Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Si
hay una maldad fundamental que habita en ese prójimo, por lo tanto, también en
mí mismo. De ahí que lo más próximo que tenemos es una insondable agresividad.
La vida novelada de la Monroe nos lo
enseña.
“¡Socorro! ¡Socorro!
Socorro, siento que la Vida se acerca”[viii]
Muy Bueno¡¡¡¡
ResponderEliminarPero la pregunta es ¿El libro refleja la personalidad de la novelada o de la novelista?
Un abrazo
Enrique
Es una novela muy interesante por su escritura, por sus imágenes, por sus personajes y fundamentalmente por lo que se desliza entre sus capítulos. La recomiendo.
ResponderEliminarNo sé si te conozco, de todos modos agradezco tu saludo.
Patricia Heffes