domingo, 15 de abril de 2012

No está bien visto sufrir

Shula Eldar

El discurso contemporáneo reduce el alcance de los síntomas: desprecia su valor, banaliza su mensaje original con interpretaciones que son una afrenta a la inteligencia. Y esto, sobre todo, porque quiere ignorar el saber que encierran. Así, avergüenza al sujeto que sufre por alejarse  de la realidad “normal”.

¿Es el dolor una vergüenza, entonces? ¿Es una vergüenza estar en lo oscuro? ¡Qué triste diagnóstico! “Sad diagnosis”, dijo Sylvia Plath en el poema “Stillborn” .1

Ella dio voz al dolor en sus versos.
Uno de ellos: “Stasis in darkness 2  indica el fondo oscuro al que apunta también la interpretación analítica.
No obstante, aunque existe la cifra del poeta, el trazo del artista o la interpretación del psicoanalista una insidiosa debilidad mental va colonizando la razón de nuestra época. Conquista terreno en los discurso que circulan en lo social sobre la condición humana: el de la educación, el de la salud y ¿porqué no pensar que puede  introducirse incluso en aquellos que aparentemente se refieren al discurso analítico pero toman una posición respecto a él que lo reduce a una langue de bois como cualquier otra?  
Son posiciones que articulan, como dos lados de la misma moneda, banalidad y aversión: un bobo ideal de felicidad, una especie de religión publicitaria del bienestar con una aversión al dolor.
A primera vista esto puede parecer paradójico. En especial cuando se hace alarde de solidaridad con el sufrimiento del prójimo,- (solidaridad transformada frecuentemente en lobby, hay que decirlo).

El deslizamiento hacia una forma de identificación con el bien no es idéntico a un saber sobre la verdad. Sirve bien para disimular un rechazo al dolor, entendido como afecto del “sí mismo” más desconocido: “ the vacuous black…” 3. Se desprecia su valor revelador como se ve claramente en los esfuerzos que se hacen para exterminar sus más incipientes brotes y reducirlos a cero.

Solo que el cero es el punto mismo en el cual se engendra la repetición y, entonces, ¿qué vemos?, …: la pulsión en acto y su ”… ravaged face parades the market”.4

Referencias

1 - Sylvia Plath. Collected poems. Faber and Faber. P. 142.
2 - Ibid. P. 194.
3 - Ibid. P. 255.
4 - Ibid. P. 115.

1 comentario:

  1. En “No está bien visto sufrir” se introduce la cuestión del sufrimiento y la vergüenza, el sufrimiento a tratar y la vergüenza de sufrir, y se vincula a la actualidad de los efectos del discurso capitalista tan próximos a la fragmentación como a la globalización.

    Recordamos aquí el esfuerzo de Lacan para formalizar lo que designamos como discursos establecidos y hacemos mención del discurso capitalista que muestra la lógica de un funcionamiento en el que los dichos no se renuevan. Entonces, una mortificación rechaza la contingencia y puede promover cualquier modalidad del abuso. No cabe la sorpresa si no hay del decir.

    Recordamos a Lacan, sí, y no nos apartamos de la posibilidad de pensar para no caer en la tentación de maldecir y banalizar el discurso freudiano (el del decir) Porque el inconsciente es el decir en la salsa de los dichos. Y así, con “un poco de vergüenza en la salsa”, no nos deberíamos complacer en las repeticiones gratuitas de los dichos de Lacan, ni en el magma de las psicofarmacologías ni en los aditamentos de la industria pseudo-artístico-pornográfica (ecos de las categorías de B. Preciado). Sí, amamos esa vergüenza que nos permite reconocer el sufrimiento y localizarlo, darle un lugar, amamos distinguir el hecho de escritura de los enunciados y procuramos reservarnos del abotargamiento pseudo-terapéutico con el que la también pseudo-ciencia pretende domesticar la pulsión de muerte.

    La subversión subjetiva del psicoanálisis, ajeno a la psicología y tan lejos de ella como de los principios de calidad que trufan de cobardía la cultura del miedo. Cuestión política y de posición discursiva. Citamos de nuevo a Lacan, en El reverso del psicoanálisis, “Avergonzarse por no morir de vergüenza daría tal vez un tono distinto, el tono de que lo real está concernido. He dicho lo real y no la verdad, ya que (…) es tentador sorber la leche de la verdad, pero es tóxica. Adormece, y eso es todo lo que se espera de ustedes”.

    Montserrat Rodríguez Garzo

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