Montserrat Rodríguez
¿Hay
pensamiento hoy sobre las modalidades de control que suceden a las sociedades
disciplinarias? “Llegaremos a aquello que quiere decir pensar si nosotros, por
nuestra parte, pensamos (…) prendemos a pensar cuando atendemos a aquello que
da que pensar”[1].
Con Heidegger, leemos que eso del pensar tiene que ver con la responsabilidad,
con la capacidad del sujeto de responder ante aquello que da que pensar.
En
términos psicoanalíticos lo que da que pensar es qué consecuencias tiene negar
la imposibilidad, lo que resulta de la solidaridad de los discursos de la
ciencia y del capitalismo; en esa alianza, el amo piensa el mundo al pairo de
la voluntad, al margen de la dialéctica y del uso de los bienes, distrayendo el
malestar con aquello que la inmediatez del consumo convierte en basura. Objetos
devaluados, sin valor de uso, trasmutados en valores financieros, máxima
expresión del valor de cambio. En este contexto de usos devaluados ¿qué hay
entre el uso y el valor de las producciones? ¿Qué valores circulan entre las
políticas de la evaluación?
Sobre
la presencia del concepto evaluación en el ámbito estatal, una cita breve para
situar “el marco teórico” que promueve tales prácticas: “Desde hace
aproximadamente dos décadas se percibe, por todo el mundo, la necesidad de
evaluar el impacto social de la investigación científica. Esta percepción ha
procedido de estamentos variados de la sociedad (gobierno, agencias
financiadoras, centros de investigación, instituciones académicas, industria y
asociaciones de pacientes) y se ha manifestado de manera especialmente intensa
en países como Gran Bretaña, Canadá, Países Bajos, Estados Unidos y Australia.
A todos ellos les preocupa el destino y rendimiento real del esfuerzo material
y humano invertido de manera creciente en investigación. En Catalunya y en el
Estado español este interés se ha producido especialmente en agencias
evaluadoras y en el ámbito universitario, pero no se han desarrollado aún
proyectos de largo alcance. Por este motivo, la Agencia de Información,
Evaluación y Calidad en Salud (AIAQS) de Cataluña, ha apostado por esta línea
estratégica con el objetivo de proveer una metodología y una herramienta de
evaluación.
Para
dar respuesta se crea el proyecto ISOR en el seno de la AIAQS para:
1.
Desarrollar la evaluación del impacto de la
investigación derivada de las Convocatorias AIAQS en investigación clínica i en
servicios sanitarios (responsabilidad hacia una inversión pública)
2.
Desarrollar una metodología y/o una
herramienta de evaluación de los proyectos de investigación en el contexto de la AIAQS ( agencia d’informació,
avaluació i qualitat en salut)
3.
Contribuir a difundir esta práctica evaluativa
mas allá de la propia AIAQS (abogacía)
El
proyecto ISOR tiene la fuerza de estar compuesto por un equipo
multidisciplinario, tanto en medicina, economía y ciencias sociales, como por
la experiencia técnica en métodos cuantitativos y cualitativos de evaluación y
análisis”[2].
Ahora
situemos la definición de impacto en un orden supraestatal. La ONU , en 1984 ( hace más de 20
años ) plantea el impacto como el resultado de los efectos de un proyecto, y
define la evaluación como proceso encaminado a determinar sistemática y
objetivamente la pertinencia, eficiencia y eficacia de todas actividades a la
luz de sus objetivos, siendo un proceso organizativo para mejorar las
actividades todavía en marcha y ayudar a la administración en la planificación,
programación y toma de decisiones futuras”.
A
partir de estas definiciones entendemos que la evaluación es un juicio de lo
que resulta de un planteamiento, precisa el grado de éxito de una acción, su
impacto, y revela la efectividad de las acciones puestas en marcha; además de
valorar los logros, ha de permitir estimar la pertinencia y la sostenibilidad
de los proyectos. Todos estos términos están presentes en nuestro quehacer
cotidiano, especialmente en la sanidad y en la educación. Ante esta presencia
aparecen preguntas que se han de considerar para pensar las políticas que se
fundan en la articulación evaluación-impacto: ¿qué tipo de conocimiento
producen las prácticas evaluadoras? ¿qué sabemos de los efectos de esta
política? ¿qué tipo de espacio público construyen? ¿qué causa su éxito? ¿y su
fundamento? En lo definido no hemos encontrado alusión alguna a la causa del
discurso: en definitiva solo se habla de cuantificar los efectos de lo que se
implementa. Ni sujeto ni causa ni fundamento político ajeno a la cifra.
Esto
nos da que pensar.
Brevemente,
una nota clínica. Proviene de una aplicación psicoanalítica en un espacio
público fundado al margen de las políticas de la evaluación; la causa, su
fundamento, estaba vinculado al deseo de saber sobre la consistencia de la
relación entre lo público y el vínculo social. Actualmente el programa ya está
sometido a la ley del impacto, a ese régimen que suelda el ser de la exigencia
y el sujeto del deseo.
La
noticia que les voy a leer plantea pensar la evaluación en un sentido inverso:
cómo valorar el efecto de las políticas del impacto social en sujetos sometidos
a prácticas que provienen de ese fundamento. Manuela ha trabajado conmigo
durante nueve años; en ese tiempo hemos sostenido sus defensas: las conductas
de evitación y los dichos sobre su indefensión frente a un amo abusador. Sesión
tras sesión lo expresaba con los mismos términos, sin alteración. Sostener la
falta de alteración fue el trabajo necesario para que, paradójicamente, se
dieran las condiciones de la alternancia, de la posible construcción de un otro
dialéctico. Conservar estas formaciones en un trabajo analítico le ha permitido
elaborar lo necesario para asentar la base de una posible suplencia, una base
sinthomática de la que valerse para circular por la ciudad como cualquier
ciudadano que desee hacerlo. Y lo puede hacer porque desea hacerlo. Hablo de un
sujeto esquizofrénico desencadenado, grave, y hablo también del sujeto del
deseo, de eso que se puede constituir como prótesis de lo faltante allí donde
la falta no se inscribió. Y lo pudimos hacer a pesar del ímpetu cognitivo
educacional que tiende a sitiar a Manuela con la hiperocupación en un sinfín de
prácticas, todas terapéuticas o peor.
Lo
peor. Un día me dijo: este es el único lugar en el que no hago algo
terapéutico, hablo y escucho, y no estoy obligada a decir lo que pienso. La
cosa iba bien. Pero otro día, el impulso evaluador sociosanitario la llevó a un
espacio privado y complejo, privado de ética y complejo de comprensión: la del
alcance del capitalismo financiero. En ese lugar se la embarcó en un proyecto
que promueve incidir en colectivos señalados por los significantes con los que
el discurso capitalista localiza a los ciudadanos en un estado de excepción
permanente en la periferia de lo social. Lean a Agamben[3].
Allí, en ese campo se aplican métodos y procedimientos dirigidos a innovar
promoviendo la perversión de las nociones de lo artístico y de lo terapéutico,
en el convencimiento de que tales prácticas revierten en transformación social.
Así lo proclaman: todos artistas y psicoterapia de masas. Les hablo ahora del
impacto y de la transformación efectuada. Manuela nunca había faltado a las
sesiones de trabajo. Un día me hizo llegar un aviso: no puedo ir porque me han
llevado a urgencias. Hizo un cuadro sintomático complejo. El carácter repentino
de esta presentación hizo valorar una posible causa neurológica, pero no se
detectó causa médica alguna. La siguiente sesión me explicó que en el lugar de
la transformación social le habían propuesto que experimentase con una cámara
de vídeo. Producido el experimento le pidieron que cediese el material para su
exposición. Aunque Manuela pudo evitar colocarse ante la cámara, los promotores
decidieron que aquello era un producto artístico y previeron exponerlo ante la
mirada de cualquier espectador, incluido el internáutico.
Este
tipo de aviso se fue repitiendo: lo tipificó. Durante un tiempo, el previo al
ceremonial de la exposición, mi trabajo consistió en corroborar que recogía sus
llamadas. Manuela recreó su sistema de alternancia: cuando no venía era porque
se repetían los malestares que hemos citado, se hacía visitar por los médicos y
me hacía llegar el aviso. La siguiente sesión venía a verme para preguntarme si
había recibido la llamada del día anterior. Ya ven que sí, que tienen razón con
lo de la trasformación y el impacto social.
[1] H., M. “¿Qué quiere decir pensar?”
Trad. Barjau en Conferencias y artículos, Ed.del Serbal, Bcn, 1994.
[3] Agamben, G. ¿Qué es un campo?
http://.elcultural.com/eva/literarias/agamben/portada1.html
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